La delegación enviada a Londres por la Junta Suprema tiene instrucciones de evitar en lo posible el contacto con Miranda. Sobre todo después de la expedición del Leander, el carácter de aventurero y hereje que le atribuyen las autoridades de España a ambos lados del océano hace que sus compatriotas le miren con una aprehensión que nunca terminará de disiparse, como lo demostrarán los eventos que seguirán a su retorno a Caracas.
Simón Bolívar (1816): heredero de una de las más grandes fortunas de la provincia, tiene 26 años cuando viaja a Londres como diputado de la Junta de Caracas a mediados de 1810. Lleva instrucciones precisas de evitar el contacto con Miranda a las que pronto hace caso omiso, al punto de alojarse eventualmente en casa de éste. Abogará a su regreso porque la Junta permita el retorno de Miranda a Venezuela.
Bolívar y López Méndez no tienen intención alguna de obedecer la consigna recibida. Este último trae consigo una carta para Miranda de parte de su cuñado José Fernández, refiriéndole las circunstancias familiares y comentándole las angustias de su hermana Rosa, fallecida poco antes, por las calumnias de las que era objeto su hermano Pancho.
Por su parte, aunque no había sido figura central de los sucesos del 19 de abril de 1810 (ver Napoleón), Bolívar está comprometido con ideas independentistas que con toda seguridad comparte con Miranda cuando ambos se reúnen por primera vez, el 21 de julio de 1810, fecha a partir de la cual el célebre exiliado se convierte en mentor londinense de los delegados (es él quien organiza reuniones entre ellos y numerosas personalidades locales, entre quienes están un miembro de la Casa Real británica, el Duque de Gloucester, William Frederick, sobrino del Rey Jorge III, y el educador Joseph Lancaster, creador del método de enseñanza del mismo nombre).
¿Sabe Miranda que, en tanto que redactor, Andrés Bello es responsable de la publicación en la Gaceta de Caracas de artículos en los que se le acusa de ser “un aventurero intrigante, oprobio del nombre español”? Si lo sabe, parece no darle importancia, pues le abre las puertas de su casa en Grafton Way, donde Bello y López Méndez residirán por algún tiempo con Sarah Andrews y sus hijos Leandro y Francisco (ver Una vida normal) luego de que Miranda se embarque hacia Venezuela. Bello aprecia el gesto y hace su elogio en cartas que escribe a las autoridades de Caracas. Ni él ni López Méndez regresarán nunca a Venezuela.
Richard Wellesley
Andrés Bello
Tratar con Bolívar, Bello y López Méndez coloca a las autoridades inglesas en una engorrosa situación, pues reconocer a la Junta de Caracas sin el visto bueno de Madrid equivale a reconocer la independencia de Venezuela. El nuevo ministro de asuntos exteriores de Su Majestad Británica, Sir Richard Wellesley (hermano de Sir Arthur, ver Napoleón), asume una postura ambigua según la cual Inglaterra ni aprueba ni desaprueba lo ocurrido en Caracas porque “ni es su deber ni tiene interés en ello”, lo que no impide, no obstante, que Wellesley presione a España para que permita el comercio inglés con sus colonias de América.
El 2 de agosto de 1810, Miranda escribe una carta elogiando a la Junta Suprema de Caracas y pidiendo permiso para regresar a su ciudad natal. La carta será publicada en la Gaceta de Caracas el 20 de noviembre siguiente.
Finalizada la misión, Bolívar zarpa en la fragata Sapphire rumbo a Venezuela el 29 de septiembre; lleva consigo 62 volúmenes del archivo personal de Miranda, señal de la gran confianza que este último coloca en él. La confianza es mutua, pues Bolívar también trae consigo un nuevo secretario, el joven francés Antoine Leleux, quien le ha sido recomendado por Miranda. Al llegar a Caracas, el futuro Libertador aboga porque se permita el regreso de su anfitrión londinense a su tierra natal.
Ese mismo mes de septiembre de 1810, Miranda y un colaborador, el guayaquileño José María Antepara, afinan los últimos detalles de la edición, en inglés, del libro South American Emancipation (La Emancipación de Sudamérica), el cual recoge en cerca de 300 páginas una selección de documentos de su archivo personal que ilustra sus esfuerzos en función de la causa independentista desde que llegara por primera vez a Inglaterra, en 1785. La publicación será una especie de colofón de su actividad política desde que abandonara el servicio al rey de España
Sin saber lo que le aguarda (la recompensa por su captura o muerte ofrecida en 1806 guarda aún vigencia), Miranda prepara viaje hacia Caracas confiado en que la Junta reconocerá su contribución a la autodeterminación hispanoamericana, cuyos primeros pasos ella misma representa. Antes de dejar Londres, hace nuevamente testamento y se asegura de poner sus asuntos en orden ante el gobierno británico. Es de notar que en el testamento se expresa aún de su concubina Sarah Andrews, la madre de sus hijos, como “mi fiel ama de llaves”.
La triunfal acogida que recibe Miranda al desembarcar en La Guaira, Venezuela, el 13 de diciembre de 1810 (arriba, ilustración de Johann Rugendas) pone en evidencia la clara evolución ocurrida en los ánimos políticos desde que se impartieran órdenes para su captura cuatro años antes (abajo, fotografía del autor).
Para evitarse problemas con su aliado español, Wellesley le exige embarcarse suficiente tiempo después de la partida de Bolívar hacia Caracas. Miranda cumple con la solicitud y zarpa el 8 de octubre con su secretario Thomas Molini rumbo a Curazao; sus costos de viaje son sufragados por Bolívar [1]Herrera-Vaillant, Antonio: Bolívar, empresario, p. 113, Editorial Planeta Venezolana, Caracas, 2015. El 4 de diciembre prosigue desde esta antilla hacia el puerto de La Guaira, lugar donde desembarca el día 13 siguiente; el “aventurero intrigante” es recibido con gran aclamación popular.
No ha estado suficiente tiempo en un mismo sitio para poder recibir respuesta de la Junta Suprema en Caracas, por lo que vuelve a escribir solicitando permiso para desplazarse hasta su ciudad natal, donde no ha puesto pie en 40 años.