Espía y fugitivo


El destino de Francisco de Miranda da un viraje decisivo entre agosto de 1781 y junio de 1783. Un drama epistolar se desarrolla en torno él con la lentitud que es propia a las comunicaciones marítimas de la época.


Durante casi 3 años, el procedimiento iniciado en su contra en Sevilla ante el Tribunal Inquisitorial ha seguido su curso a sus espaldas. Ignorante de ello, no tiene razones para preocuparse,  sobre todo porque recibe una confianza ilimitada de parte de sus superiores, particularmente de parte de Cagigal, quien ha sido nombrado gobernador de La Habana a raíz del éxito de Pensacola.


Vista de Kingston

Jamaica: vista de Kingston y su bahía, grabado publicado en Londres por Whitaker & Compañía en 1836. Colonizada inicialmente por España, la isla cae bajo control inglés en 1655 y se convierte en la principal base militar británica en el Caribe.

Imagen:Anthony Bondel's Genealogy Page

Ignorante a su vez de las acusaciones presentadas contra su subordinado, Cagigal confía a Miranda una misión muy delicada en agosto de 1781: debe inventariar secretamente los dispositivos de defensa establecidos por los ingleses alrededor de la isla de Jamaica, último reducto británico en el Golfo de México tras la pérdida de la Florida. Esta delicada tarea está dirigida a concretar la reconquista de la isla, que España había perdido a Inglaterra en 1655, con el apoyo de la flota francesa enviada a sostener a los rebeldes estadounidenses (ver El Caribe) y debe realizarse bajo el pretexto de un intercambio de prisioneros en el cual Miranda será negociador. Como parte de la misión, debe intentar también procurarse de tres barcos que los españoles necesitan en Cuba.


Miranda sale de La Habana el 14 de agosto de 1781 y llega a Kingston casi un mes más tarde. Allí permanecerá alrededor de dos meses, mientras organiza la repatriación de aproximadamente 820 prisioneros españoles contra una cantidad equivalente de británicos.


Entretanto, en Madrid, el Ministro de Indias José de Gálvez, que parece estar ya al tanto de las denuncias hechas contra Miranda ante la Inquisición, escribe a Cagigal para informarle de una nueva acusación contra éste. Según la nueva queja, Miranda habría permitido al antiguo comandante inglés de Pensacola, el mayor John Campbell, visitar en La Habana las obras en construcción del Castillo del Príncipe, fortaleza erigida para defender la ciudad de posibles ataques británicos.


La acusación se demostrará totalmente infundada, pero esta carta de Gálvez va seguida poco después por otra donde el ministro recrimina a Cagigal su elección de Miranda para hacer la negociación en Jamaica, acusando a este último de ser “apasionado de los ingleses”. Convencido de que ninguna de las dos cosas es cierta, Cagigal escribe una respuesta a su superior en defensa de su edecán.


Bernardo de Gálvez

Bernardo de Gálvez (1746-1786)

Nacido en Macharaviaya, Andalucía, es la única figura de origen hispano que disfruta de reconocimiento inequívoco por su decisivo aporte en la guerra de independencia de Estados Unidos a través de la expulsión de los británicos de los actuales estados de Alabama y Florida, y del suministro de un importante apoyo logístico al ejército rebelde por el cauce del Mississippi. Ocupó varios cargos de relevancia en la administración colonial hasta suceder a su padre, Matías de Gálvez, como Virrey de la Nueva España (México) en 1785. Allí se distinguió por su labor en el interés público: inició el alumbrado nocturno de la ciudad de México, realizó obras de infraestructura e hizo donación de parte de su fortuna personal para hacer frente a una hambruna. La ciudad de Galveston, Texas, fue bautizada en su honor.

José de Gálvez

José de Gálvez
(1720-1787)

Funcionario de destacada trayectoria durante el reinado de Carlos III, Gálvez es recordado hoy no sólo como Ministro de Indias o de las colonias que fue entre 1775 y 1787, sino también por su acción previa como Visitador o inspector de la Corona en el Virreinato de la Nueva España (México) entre 1765 y 1771. En ambos cargos, se distinguió por una variedad de reformas tendientes a eliminar la corrupción, modernizar la administración y asegurar la defensa de los territorios de España en América. Gracias a su impulso tiene lugar la colonización española de California en Norteamérica; las misiones que envía fundarán asentamientos y llegarán hasta la Bahía de San Francisco. En Sudamérica creará nuevas entidades administrativas como el Virreinato del Río de la Plata (1776) y la Capitanía General de Venezuela (1777).

En Jamaica, Miranda, que ignora todo este vaivén en torno suyo, obtiene rápidamente el respeto de las autoridades inglesas locales y muy especialmente el del gobernador John Dalling, que hace su elogio en comunicaciones oficiales para Cagigal. Aprovecha para frecuentar a distintos personajes de la isla, y se vincula de amistad con los señores Philip Allwood y Eliphalet Fitch, este último Presidente de la cámara de comercio local.


Originario de Boston, el Sr. Fitch negocia en esclavos y mercancías, y conspira a favor de los rebeldes norteamericanos en las narices de las autoridades británicas. Al igual que el Sr. Allwood, es contrabandista y es gracias a ambos que Miranda compra y obtiene de esas autoridades el permiso para movilizar los tres barcos esperados en La Habana con el pretexto de repatriar el último contingente de prisioneros. “Acabo de llegar a este surgidero con el bergantín Puercoespín y [la] goleta El Águila (...) que traen a su bordo 130 prisioneros españoles,” escribe a Cagigal el 13 de diciembre de 1781 desde el puerto cubano de Batabanó. “Traigo noticia exacta de las escuadras enemigas que existen en aquella isla y de las que próximamente se esperan de Europa (...), planos topográficos del país que son bastante exactos (...), tres embarcaciones ligeras y de superior vela que son excelentes para avisos y aun para muy buenos corsarios, con varias otras cosas y negociaciones ventajosas que no puedo fiar a la pluma (...).” [1]Miranda, Francisco de: Archivo del General Miranda¸ Tomo V, pp. 37-54, Caracas, 1930


Todo esto es muy apreciado por Cagigal y lo es también por Bernardo de Gálvez, quien ha sido ascendido a comandante general del Ejército a raíz de su fulgurante campaña contra los británicos. Sobrino del Ministro de Indias, Gálvez trabaja en los planes para la reconquista de Jamaica. Aún no ha sido informado por su tío de los cargos que pesan sobre Miranda y hace de éste su edecán.


Es entonces que una tercera acusación viene a añadirse a las que ya existen en contra de Miranda: a raíz de una denuncia, las autoridades fiscales de La Habana, que no dependen del Gobernador Cagigal sino de la Real Hacienda en Madrid, incautan mercancías que Cagigal le ha autorizado a importar excepcionalmente de Jamaica para rembolsar los gastos incurridos por sus contactos en la isla. Como consecuencia de esta nueva imputación, el Ministro Gálvez escribe a Cagigal para ordenar que el acusado sea detenido de inmediato y aislado totalmente.


La orden llega a La Habana entre abril y mayo de 1782, mientras Cagigal y Miranda están ausentes llevando a cabo otra acción en contra de los británicos, la toma de las Islas Bahamas. En esa acción, Miranda tiene la responsabilidad de negociar con los defensores y logra obtener una rendición pacífica al cabo de una noche de discusiones; por esa actuación distinguida Cagigal lo recomienda para la promoción al grado de coronel. Aún ignorante de la orden de captura, Miranda parte desde las Bahamas hacia Cabo Francés, en Haití, donde Bernardo de Gálvez tiene su cuartel general.

Retrato de Cagigal

Juan Manuel de Cagigal y Monserrate (1738-1808)

Nacido en Cuba y gobernador de la isla entre 1781 y 1782, es el primer español criollo en obtener tal responsabilidad. En más de una ocasión toma partido por Miranda ante diversas acusaciones presentadas en contra de éste.

Encontrado en su Archivo y obra quizás del propio Miranda, este esbozo lleva una anotación en francés hecha por este último en testimonio de afecto por su antiguo superior: "Sacrificando su vida a su país, al Estado, Cagigal es el amor del pueblo y del soldado." Es quizás el único retrato conocido de Cagigal.


De vuelta en La Habana, Cagigal acusa recibo de la orden de arresto contra Miranda y escribe un largo informe a Madrid defendiendo a su antiguo subalterno de las acusaciones del Fisco: en su opinión, el conjunto de las denuncias no puede ser otra cosa que producto de la envidia. Cagigal menciona su propio rol en el asunto y añade que, no estando Miranda ya a su servicio, no puede detenerlo. Hará seguir la orden a su nuevo superior.


En Cabo Francés, Bernardo de Gálvez recibe la orden contra Miranda y, tras algunas breves vacilaciones, lo pone bajo arresto el 8 de agosto de 1782. A pesar de que goza de cierta influencia sobre su tío, el Ministro de Indias, Gálvez no interviene en ayuda de su edecán y se limita a enviarlo a La Habana para que Cagigal organice su traslado a España. Gálvez escribe al mismo tiempo una nota secreta a Cagigal donde le señala que hará destruir cualquier escrito comprometedor para este último que sea hallado entre los papeles de Miranda.


Cagigal sabe que las consecuencias para su antiguo subordinado pueden ser muy graves y, en un gesto de rara solidaridad, no lo encarcela y se constituye antes bien en garante de su libertad durante el tiempo necesario para que la confusión pueda ser aclarada.


Transcurren varios meses durante los cuales Cagigal es relevado del cargo de Gobernador de la Habana. Se prepara a volver a España junto a Miranda y piensa interceder a favor de este último ante las acusaciones que se le hacen.


Batalla de las Islas de las Santas, por Whitcombe

Detalle de La Batalla de las Islas de los Santos, por Thomas Whitcombe: representa el momento de la rendición de la nave insignia de De Grasse, el Ville de Paris, a la derecha, el 12 de abril de 1782. La búsqueda de realismo del autor no alcanza a dar una verdadera medida de la violencia y el horror del combate, formalmente incluídos en la composición en la figura del navío destruído que aparece a la izquierda y la chalupa de supervivientes al centro. Queda al espectador imaginar el estruendo de docenas de cañones que necesariamente acompaña a las blancas humaredas dibujadas por el pintor, y el sufrimiento causado por esquirlas y astillas tras el impacto de cada proyectil entre las respectivas tripulaciones.

Imagen: Wikipedia


El barco que debe llevarlos de regreso está siendo alistado cuando Miranda se entera de que el nuevo gobernador nombrado por Madrid tiene la intención de arrestarlo. Presintiendo que las probabilidades de tener un juicio justo en España son prácticamente nulas, Miranda, con el acuerdo de Cagigal, se embarca secretamente para los Estados Unidos el 1 de junio de 1783. Cagigal regresa con sus tropas a España, donde confía poder aclarar la situación. Será arrestado al llegar por haber permitido la evasión de Miranda.


La invasión de Jamaica no tendrá nunca lugar: la flota francesa del almirante de Grasse, elemento esencial de los planes españoles, es capturada por los británicos frente a Guadalupe en la Batalla de las Islas de los Santos, del 9 al 12 de abril de 1782, mientras Miranda está en las Bahamas. Al año siguiente, el 3 de septiembre de 1783, Inglaterra firma en Versalles el tratado en el cual reconoce finalmente la independencia de Estados Unidos, y negocia la paz con Francia, Holanda y España.